Relectura #3 - Percy Jackson y la maldición del titán

En esta relectura de Los dioses del Olimpo estoy recordando muchos detalles que se me habían olvidado. Hoy toca hacer un análisis en detalle de ciertas cosas que necesitaba compartir de La maldición del titán.

¡ATENCIÓN MUCHOS SPOILERS! NO LEÁIS ESTA ENTRADA SIN HABER LEIDO EL LIBRO. ESTÁIS AVISADOS.

Creo que el mejor sitio por el que empezar con este análisis en profundidad de la relectura de Percy Jackson y la maldición del titán es empezar por el propio Percy Jackson. Las bases del personaje estaban desde el inicio de la primera novela, pero siento que es en esta tercera donde Percy alcanza su evolución más completa. Evidentemente en los libros cuatro y cinco también hay algo de evolución, pero este es, sin duda, el que marca al personaje por completo. Lo que empezó en el primer libro como héroe dispuesta a sacrificar todo por salvar a su madre, se confirma en esta entrega cuando Atenea le asegura que su mayor debilidad es la lealtad hacia sus seres queridos. Primero su madre, después Grover y, en este volumen, Annabeth. Seguiré hablando de Percy en relación con otros personajes, pero de momento lo voy a dejar aquí.

Thalía tiene mucho protagonismo en este libro, de hecho, es en el único en el que lo tiene tan claro. Como hija de Zeus a punto de cumplir los 16, es posible que sea la heroína de la Gran Profecía y eso es justo lo que quiere Kronos. El titán sabe que puede manipular a Percy para que lo sacrifique todo por sus amigos, pero también sabe que el hijo de Poseidón no está tentado por el poder, el orgullo o la ambición. Es inútil intentar que se una a las fuerzas enemigas, pero Thalía sí que es corrompible. Hay una escena entera dedicada a esto. La mantícora tienta a la hija de Zeus con poder y Luke con la posibilidad de un mundo mejor para los mestizos. Thalía es fuerte y no cede, pero sabe que es cuestión de tiempo; por eso decide unirse a las Cazadoras de Artemisa. No cumplir los 16 hace que nunca sea la famosa heroína a la que todos esperan.

Es muy divertido ver la dinámica entre Thalía y Percy porque son los semidioses más poderosos que ha habido desde la Segunda Guerra Mundial y, por tanto, están destinados a enfrentarse. Los hijos de los Tres Grandes son difíciles de manejar y tienden a la rivalidad entre ellos como sus padres. Por eso es inevitable que Percy y Thalía tenga una relación de amor-odio que es tan divertida y, a la vez, peligrosa para todo el que se mete en una pelea entre ellos, como demuestra la pelea en el río tras el juego de capturar la bandera (un rayo por aquí, una ola gigante por allá, lo típico). Personalmente, Thalía me parece bastante insoportable cada vez que ignora a Percy, pero eh… eso es una cuestión de gustos.

Pasemos a la dinámica entre Percy y Annabeth porque no puede se más divertida. A estas alturas de la saga todos sabemos los sentimientos de Percy hacia Annabeth y viceversa. Sin embargo, entiendo porque ninguno de los dos actúa en consecuencia. Cuando Annabeth desaparece Percy está más preocupado en salvarla a ella que en ayudar a Artemisa, pero no entiende muy bien por qué. Y no puedo culparle. Ambos tienen problemas mayores (una guerra inminente con los titanes, Luke, un barco lleno de monstruos…) como para preocuparse en analizar sentimientos. Lo que me lleva a la escena de Afrodita que es brillante. Primero el hecho de que Afrodita no sea descriptible me parece una maravilla de recurso narrativo, porque así el lector se puede imaginar a la persona más hermosa del mundo. Segundo, Percy asegura que al principio le recuerda a Annabeth reforzando aún más el sentimiento del lector de gritar al libro ¡amigo, date cuenta! Y, por último, la propia conversación con Afrodita puede insinuar que los problemas a los que se van a enfrentar la pareja van más allá de esa aventura. Pero es que incluso se puede intuir lo que va a pasar en la segunda saga de sus palabras. Simplemente brillante.

Vayamos a los hermanos di Angelo. Bianca es un personaje muy secundario en todo el universo de Rick Riordan, pero es fundamental para la construcción del personaje de su hermano. Al abandonar a Nico, Bianca solo quiere una vida lejos de las responsabilidades de ser la eterna hermana mayor al cargo de su hermano pequeño, pero puede verlo y puede cuidar de él siempre que lo necesite. Eso hace que la ‘traición’ a Nico no sea tan grave como podría aparentar y justifica que, pese a estar molesto, Nico siga siendo un niño de diez años relativamente feliz. Sin embargo, la muerte de Bianca marca por completo el desarrollo de Nico y pasa de niño dulce a un adolescente mucho más torturado. Nico sentía una admiración tal hacia Percy que al fallarle es incapaz de controlar sus sentimientos y huye del Campamento. Bianca se ha convertido en solo dos líneas en un personaje troncal para entender a uno de los héroes más importantes de los siguientes libros.

La relación de Percy y Nico es extremadamente fraternal. Percy se siente completamente responsable de Nico tras la muerte de Bianca, pero ya se sentía responsable de él antes de este suceso. Tras salvarle de la mantícora, Percy toma al pequeño Nico como un hermano pequeño al que debe proteger incluso en el campamento. Le asigna los lugares donde no salga herido en la batalla y siempre protegido por campistas más experimentados que él. Al darse cuenta del peligro real que corre Nico, Percy asume el rol de héroe de la Gran Profecía no porque quiera esa responsabilidad, sino porque es incapaz de cargar al joven di Angelo con más sufrimiento del que ya lleva encima.

Siguiendo con los hermanos, es cierto que es muy evidente que son hijos de Hades casi desde el inicio del libro. Todos sabemos que Grover tiene cierta propensión a toparse con hijos de los Tres Grandes y se incide muchas veces en que Bianca es muy poderosa. Se hace aún más claro cuando es Bianca la única que puede matar a los esqueletos, ya que ella es, en cierto modo, la princesa de los muertos y, por tanto, puede ordenarles irse siempre que lo desee. De hecho, es esto lo que hace que Percy descubra quién es el padre divino de Nico cuando, ya muy al final del libro, los esqueletos le alcanzan en el Campamento y el joven di Angelo solo necesita ordenar a los esqueletos que se vayan para que ellos lo hagan. Y que la estatua que Bianca cogió fuera la de Hades que es justo la que Nico no tenía me parece un toque brillante.

Ahora quiero hablar de Rachel Elizabeth Dare que es el personaje más secundario de la historia de los secundarios en este libro. Parece un fallo del propio Riordan la primera vez que lees este libro perder tanto tiempo introduciendo y hablando de este personaje. Desde su aparición, Percy la recuerda en varias ocasiones. Mi yo de la primera lectura pensó: ‘¿a qué viene esto ahora?’, pero mi yo de ahora piensa ‘tendría que haberme dado cuenta’. Cuando un escritor pierde tanto tiempo hablando, tratando un personaje es porque es importante de algún modo. Visto ahora y sabiendo la importancia de Rachel y lo importante que es para Percy, me parece increíble como se la cuela a todo el mundo para luego decirle al lector: ‘ehh que todo detalle importa’.

Y por último no podía dejar de hablar de San Francisco. La mente de este hombre me sorprende cada día más. Ya era consciente de que ciertas cosas de Las crónicas de los Kane hacían referencia a Los dioses del Olimpo (Bast no queriendo ir a Manhattan, sombras de caballos voladores…), pero la saga de Los héroes del Olimpo está ya presente en esta. Annabeth asegura que no puede ir a San Francisco porque ahí está el Monte Tamalpais y es demasiado peligroso para un mestizo, pero ¿es casualidad que el Campamento Júpiter este ahí? Yo no lo creo. Así que tío Rick eres un verdadero genio, nos lo dejaste caer en el tercer libro y nadie se dio cuenta.

¿Qué os ha parecido? Todo en comentarios y nos vemos en el próximo post.